Maria Cristina Cortés

Bogotá, Colombia

[learn_more caption=»Currículo»]

1949 Nace en Bogotá

Estudios realizados

1967-71 Artes Plásticas. Universidad de los Andes, Bogotá.

1982 Grabado. Arts Students League, New York, USA.

Exhibiciones Individuales

1972 Galería Belarca, Bogotá.

1976 Galería Belarca, Bogotá.

1978 XXX Años de la Universidad de los Andes. Universidad de los Andes, Galería Aexandes, Bogotá.

1979 Galería Partes, Medellín.

Galería San Diego, Bogotá.

1980 Museo de Arte Actual, Pereira.

1981 Galería Iriarte, Bogotá.

1984 Galería Iriarte, Bogotá.

1986 Museo de Arte Moderno La Tertulia, Cali.

1988 Galería Garces Velázquez, Bogotá.

1989 Fondo Cultural Cafetero, Manizales.

1991 Elaboración de Mural para Benny’s, Bogotá.

1992 Museo de Arte Moderno La Tertulia, Cali.

1994 II Conferencia Holstein de América. Auditorio Asociación Holstein, Bogotá.

1996 Galería Garces Velázquez, Bogotá.

1997 Museo de Arte Moderno La Tertulia, Cali.

1998 Galería Centro Colombo Américano, Bogotá.

2001 Galería El Museo, Bogotá.

2003 Matorrales. Galería El Museo, Bogotá.

2005 Matemonte. Galería El Museo, Bogotá.

2008 Rastrojal. Galería El Museo, Bogotá

2010 Quebrantos. Galería El Museo, Bogotá

Exhibiciones Colectivas

1969 Escuela de Bellas Artes de la Universidad de los Andes, Bogotá.

1970 Centro Colombo Americano, Bogotá.

1971 Salón de Artistas Jóvenes. Galería Colseguros, Bogotá.

XX Salón Nacional de Artistas. Instituto Colombiano de Cultura-Colcultura, Museo Nacional, Bogotá.

Dibujantes Jóvenes. Biblioteca Nacional, Bogotá.

Grabadores y Dibujantes de Colombia. Banco de la República, Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá.

1972 Salón de Artistas Jóvenes. Museo de Arte Moderno La Tertulia, Cali.

XXIII Salón Nacional de Artistas. Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), Museo Nacional, Bogotá.

Salón Nacional. Universidad Jorge Tadeo Lozano, Bogotá.

1973 XXIV Salón Nacional de Artistas. Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), Museo Nacional, Bogotá

1974 XXV Salón Nacional de Artistas. Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), Museo Nacional, Bogotá.

1975 Exalumnos de la Escuela de Bellas Artes. Universidad de los Andes, Bogotá.

1977 Los Novísimos Colombianos. Museo de Arte Contemporáneo, Caracas, Venezuela.

1978 Grabados de Artistas Colombianos. Sala de la OEA, Quito, Ecuador.

1980 El Paisaje como Tema. Galería BCH, Bogotá.

1981 Cuarta Bienal de Artes Gráficas. Cali.

1982 Arte Colombiano del Siglo XX – Los Años Setentas. Galería Centro Colombo Americano, Bogotá.

1983 Visiones de la Sabana de Bogotá. Fondo Cultural Cafetero, Bogotá.

Intergrafik. Berlin, RDA.

Jóvenes Artistas Colombianos. Brasil.

1984 XXIX Salón Nacional de Artistas. Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), Museo Nacional, Bogotá.

1985 Mujeres en la Plástica. Museo de Arte Contemporáneo, Bogotá.

Portafolio AGPA – Cartón de Colombia. Museo Nacional, Bogotá.

International Biennial Print Exhibit. Taiwán.

1986 Paisaje. Museo de Arte, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

Jóvenes Mujeres Colombianas en las Artes Contemporáneas. Centro Cultural Skandia, Bogotá.

Mujeres Latinoamericanas. Galería Época, Santiago, Chile.

XXX Salón Anual de Artistas Colombianos. Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), Museo Nacional, Bogotá.

V Bienal Americana de Artes Gráficas. Cali.

XX Años del Museo de Arte Contemporáneo. Bogotá.

1987 Paralelos. Centro Colombo Americano, Bogotá.

Dibujantes Colombianos Modernos – Un Gran Examen. Museo de Arte, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

XXXI Salón Nacional de Artistas. Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), Antiguo Aeropuerto Olaya Herrera, Medellín.

1988 VIII Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano y del Caribe. San Juan, Puerto Rico.

Ex-Libris. Banco de la República, Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá.

Dibujos. Galería Cooperartes, Bogotá

XXI Años. Galería Belarca, Bogotá, Colombia.

Dibujos y grabados de Artistas Colombianos. Instituto de Inmunología, Hospital San Juan de Dios, Bogotá.

1989 XXXIII Salón Nacional de Artistas. Instituto Colombiano de Cultura (Corferias), Bogotá.

International Exhibition of Graphic Art. Frechen, Alemania.

Muestra de Artistas Colombianos – XVIII Festival Internacional de Cultura. Tunja
La Década de los Ochenta. Galería Centro Colombo- Americano, Bogotá

Expresiones Modernas del Dibujo Colombiano. Exposición itinerante, Banco de la República, Colombia

Portafolio AGPA – Cartón de Colombia. XV Aniversario, Museo de Arte Moderno, Bogotá.

Tres Décadas de Arte Uniandino. Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá.

1991 Latin Art Gallery. Nagoya Art Museum, Nagoya, Japon.

Los últimos 50 años. Galería El Museo, Bogotá.

Participación en el calendario América 500 Años. Galería Garcés Velázquez, Bogotá.

1992 Dedicada a Obregón. Galería El Museo, Bogotá.

1993 International Exhibition of Graphic Art. Frechen

International Print Biennal. Maastritch, The Netherlands.

El Bodegón. Galería Garcés Velázquez, Bogotá ,

1994 XXXV Salón Nacional de Artistas. Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), Corferias, Bogotá.

Ayer y Hoy. Centro de Convenciones, Cartagena.

XXV Años. Galería Belarca, Bogotá.

1997 Paint and Image. Colombian Center, New York, USA.

1998 Generación Intermedia. Banco de la República, Biblioteca Luis Angel Arango, Casa de la Moneda, Bogotá

1999 Colombia – Proyecto de un Sueño. Camargo y Callahan Contemporary Art, Chicago, USA.

Gran Feria del Arte. Banco Santander, Bogotá.

Paisaje. Museo de Arte Contemporáneo – MAC, Bogotá.

Arte en Centímetros. Galería El Museo, Bogotá.

2000 Pintura-Pintura. Galería El Museo, Bogotá.

2001 Art Palm Beach´01. Galería El Museo, Palm Beach, USA.

Toronto International Art Fair TIAF’01. Galería El Museo, Toronto, Canadá

2002 Energía y mundo. Concurso Latinoaméricano de Pintura «Energía y mundo» ENERSIS. Museo de Artes Visuales, Santiago, Chile.

2003 Solo dibujo. Museo Universidad Nacional, Bogotá.

Solidarte. Fundación Francia Solidaridad, Galería El Museo, Bogotá.

Maestros colombianos del siglo XX. Galería El Museo, Bogotá.

Navidarte. Arte Consultores, Museo de Arte Moderno, Bogotá.

II Exposición Internacional de Fique Arte y Botánica. Jardín Botánico José Celestino Mutis, Fundación San Lorenzo de Barichara, Bogotá.

2004 Arte Américas ’04. Galería El Museo, Miami, USA.

Maestros. Galería El Museo, Bogotá.

Cuestión de corazón. Fundación Hogar Nueva Granada, Galería El Museo, Bogotá.

2005 TIAF 05 Toronto Internacional Art Fair. Galería El Museo, Toronto, Canadá.

ArtBo 2005 Feria Internacional de Arte de Bogotá. Galería El Museo, Corferias, Bogotá.

Maestros. Galería El Museo, Bogotá.

2007 A propósito del paisaje. Galería el Museo, Bogotá, Colombia.
El dibujo colombiano en el siglo XX. Galería La Cometa, Bogotá.
ArtBo´07 Feria Internacional de Arte de Bogotá. Galería El Museo,
Bogotá.
Solidarte 2007. Fundación Francia Solidaridad en Colombia, Galería El
Museo, Bogotá.

2009 Maestros. Galería El Museo, Bogotá.
Pasado y Presente. Galería El Museo, Bogotá.
Fronteras. Rastros y rostros de la abstracción y la geometría en el Arte
Contemporáneo. Galería El Museo, Bogotá.
Invitados, Galería El Museo, Bogotá.

Premios y distinciones

1984 Intergrafik’ 84. Berlín, RDA.

1985 Seleccionada como Finalista. II International Biennial Print Exhibit 1985 ROC, Taiwan.

1987 Mención. XXXI Salón Anual de Artistas. Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), Antiguo Aeropuerto Olaya Herrera, Medellín.

Premio Fund for Artist Colonies. Yaddo. Saratoga Springs, New York, USA.

IV International Visitors. Washington, Philadelphia, San Francisco, Los Angeles, USA.

2002 Tercer premio. Concurso Latinoaméricano de Pintura «Energía y mundo” ENERSIS, Santiago, Chile.

Colecciones públicas

Museo Nacional, Bogotá.

Museo de Arte, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Bogotá.

Universidad de Los Andes, Bogotá.

Museo de Arte Contemporáneo, MAC, Bogotá.

Museo de Arte Moderno La Tertulia, Cali.

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[learn_more caption=»Obra disponible» state=»open»]

Pintura

2014 – 2016

«Desmadre»

2010

«Quebrantos»

2005

«Matemonte»

no se han encontrado imágenes

1998 – 2001

«Chamba»

Obra sobre papel

2015

«Desmadre»

2008

«Rastrojal»

2001

«Chambas»

Obra Gráfica

2007

«Rastrojal»

1990 – 1992

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Textos

[learn_more caption=»Rastrojal»]
En una producción extensa y cuidadosamente controlada, María Cristina Cortés ha llegado en los últimos años a una obra de gran madurez en la que se destaca el equilibrio de la concepción moderna del arte que descarta la fidelidad de las representaciones y el sentimiento de admiración de la naturaleza, por todos los aspectos visibles y no visibles del paisaje con recuerdos evidentes de varios poetas y pintores del romanticismo temprano. Con otras palabras, el ajuste entre una elaboración plástica libre y recreadora y la comunicación de impresiones y emociones relacionadas principalmente con el mundo físico. Armonía y concentración que producen unos dibujos –el medio preferido de la artista en los últimos años– de enorme interés y belleza cargados de afecto por todo lo palpable.

De buen formato, el conjunto de estos dibujos de los últimos años, antecedidos de unos cuantos grabados de muy buena factura, nos aproxima a un mundo de trazos, de luces y sombras y de espacios libres intrincados que llama la atención por su variedad. Unas representaciones lineales, sin proclividades de abstracción, que abundan en valores tonales, que no eluden del todo el color y que, por el empleo de collages, crean zonas embrolladas que interrumpen la unidad especial y establecen, con influencias cubistas, diferentes puntos de vista de un mismo lugar. Unos arreglos de líneas, negros, blancos y grises que inventan paisajes vistos de cerca, que recuerdan selvas o hacen pensar en sitios plácidos y llenos de exuberancia vegetal.
Unos diseños de convincente calidad que permiten decir que María Cristina Cortés es una de las grandes dibujantes del país en los últimos decenios.

A los largo de los años, María Cristina Cortés ha pintado al óleo y ha dibujado con pastel, carboncillo y recientemente también ha empleado impresiones digitales. El tema constante de sus cuadros ha sido el paisaje, un motivo que ha presentado de diversas maneras y con variados contenidos. No se ha repetido y es admirable su permanente renovación. Para lograr lo anterior ha sido indispensable trabajar con rigor y no solo conocer bien y admirar la historia del paisaje –la artista hizo en el comienzo de su carrera algunos óleos que emulaban con los lienzos de los maestros del siglo pasado –, sino procurar no encerrarse en unas pocas ideas; de allí su interés por la experimentación –cuadros hechos con telas abultadas, collages, impresiones digitales– y su cúmulo de intereses, desde los estéticos hasta los que demuestras preocupaciones ecológicas.

Germán Rubiano Caballero.

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[learn_more caption=»Matorrales»]

He presentado varias veces exposiciones individuales de María Cristina Cortés y siempre he podido referirme a obras que me agradan e interesan por la calidad de su oficio y por la coherencia de su producción, la cual, de manera constante, ha insistido en el tema del paisaje -la serie “Caldos de Cultivo”, de mediados de los años noventa, era ante todo un conjunto, primero de pasteles y luego de óleos, en el que con observaciones desde arriba se presentaba una superficie acuosa, en algunos casos limitada por formas circulares, en la que se veían partículas o pequeños elementos naturales–.

Los paisajes de María Cristina Cortés están más relacionados con la pintura del siglo XX, cuyas raíces se encuentran en la obra de los postimpresionistas decimonónicos –que realizaron muchos paisajes–, que con los paisajes tradicionales, cuyos orígenes se pueden ubicar en el siglo XVI. Julio Payró al resumir las características coincidentes de Cézanne, Gauguin, Van Gogh y Seurat señaló: “Se inspiraron solamente en los aspectos del mundo en que vivían… Pero, frente a lo real, procedieron con absoluta independencia de todo criterio verista de imitación…” Esto mismo es lo que distingue el trabajo de la artista bogotana, prácticamente desde el comienzo de su carrera.

Pero, más aún, sus paisajes se han acercado abiertamente a la abstracción, sin que rompan con las formas naturales que, de muy diversas maneras, no dejan de percibirse en sus numerosas composiciones. Al repasar rápidamente su obra puede recordarse que María Cristina Cortés ha realizado paisajes con vacas, estanques y aproximaciones a chambas y charcos con detritos, reflejos y transparencias. Empero, lo que siempre se ha destacado no han sido estos motivos, sino su transformación en formas abstraídas, es decir, en manchas de óleo o de pastel, muchas veces de colores diferentes a los de la realidad aludida, en zonas cromáticas más o menos densas o evanescentes, en espacios, luces, sombras y elementos lineales.

Esta excelente exposición mantiene íntegramente el comportamiento mencionado. La artista presenta su producción de cerca de dos años, en la que se ha consagrado a trabajar el carboncillo sobre un soporte de tela preparado de manera aleatoria, básicamente con frotados de pintura. El motivo de ahora son los juncos que crecen en las orillas de los pantanos, las densas aglomeraciones de estas plantas de tallos lisos y flexibles, y las transparencias del agua. La dibujante desea plasmar lo más vívidamente posible la espesura de estas herbáceas, así como los jóvenes pintores de la tradición francesa –Bissiere, Manessier, Bazaine, Singier, etc. – quisieron aludir en sus cuadros no figurativos, al viento en medio de las ramas de los árboles, a los élitros en movimiento, al fondo del mar, a las noches estrelladas. Algo difícil, pero no imposible con los medios de la pintura.

Y por supuesto que esta obra de María Cristina Cortés representa juncos. Sin embargo, lo que realmente se ve y lo que sobresale en estos trabajos son las marcas, los trazos fuertes, unas especies de latigazos gráficos, y la evidente presencia del arte como proceso, del quehacer dibujístico. En grandes formatos y sobre soportes crudos, casi toscos, la artista ha llevado a cabo unos carboncillos contundentes, cargados de dinamismo, en los que se entreveran las referencias a varas, luces y espacios acuosos y los amplios recorridos gesturales. Unos dibujos ambiciosos que ubican a la artista en un lugar especial, a la par de soberbios dibujantes de la figura humana como Santiago Cárdenas, Luis Caballero y Félix Angel, y de espacios limitados y urbanos como Miguel Angel Rojas, Oscar Muñoz y Gustavo Zalamea.

Invitada al concurso Latinoamericano de pintura Enersis realizado en Santiago de Chile en 2002 y que tenía como tema “Energía y mundo”, María Cristina Cortés envió uno de estos trabajos de técnica mixta, del cual escribió: “La primera imagen que viene a mi mente, cuando pienso en la palabra mundo es conflicto… y de allí proviene, en alguna medida, un paisaje en blanco y negro, aprisionado entre líneas que crean un espacio de tensiones y fuerzas, sobre un plano de agua quieta y densa”. Una interpretación inquietante que no se puede descartar. No sobra decir que con este dibujo la artista obtuvo el tercer premio del concurso, luego de los maestros Abraham Palatnik del Brasil, quien obtuvo el primer premio y Santiago Cárdenas, el segundo.

Germán Rubiano Caballero.
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[learn_more caption=»Matemonte»]

El tema del paisaje concebido como registro bucólico de la naturaleza, remonta sus orígenes a fines del medioevo, para canonizarse como pintura de género a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Se transformó nuevamente en el XIX abordándose desde una perspectiva romántica, o mostrando sus realizadores una intención cientificista. El siglo XX construye otro itinerario del paisaje, con una visión ampliada que es aún más notoria en los artistas contemporáneos para quienes éste se convierte, no solo en la representación reconocida por el imaginario colectivo, sino en una construcción que parte de su propia experiencia y memoria.

En ese contexto hay que ubicar el largo y significativo recorrido de María Cristina Cortés. Su aproximación al tema ha estado al margen de preocupaciones veristas para convertirse en una exploración que a lo largo de su obra mantiene una evidente coherencia y profundización del análisis. Del paisaje como espectáculo para gozar, interpretándolo desde una perspectiva que acercaba al espectador a lugares plenos de color y armonía, fue llegando a sus chambas con detritos .El paisaje se convirtió en una exploración en la que estaba implícita la noción de deterioro, de conflicto, volviéndose su manejo del espacio exterior, una interpretación de la realidad circundante. La artista construye su propio paisaje indagando en el papel del hombre como depredador, no sólo de la naturaleza sino de su sociedad. Con sus Matorrales (2003) hizo un alto en el uso del color para volcarse al blanco y negro, generando un mundo opresivo, efímero y en deterioro.

Con Matemonte, esa conversión del paisaje en una referencia para ubicar al hombre y su situación, se vuelve más evidente. La vivencia de un ámbito acogedor definitivamente desaparece para mostrarnos un espacio cerrado, enredado, del que es difícil salir. La idea de conflicto, que se perfilaba en su obra pasada, se hace más dramática y esas construcciones que refieren a la naturaleza no tienen salida, son reflejo de su angustia por la situación que se vive, por los miedos que ella genera. Hay un uso sensible del paisaje que se torna, en parte, pretexto para mostrar lo que siente. Si bien reaparece el color, éste difiere del uso que se le daba en pinturas anteriores y lo que logra es reforzar las preocupaciones esenciales que señalábamos. Colocando una base de acrílico sobre la tela -material que esparce con los recursos más diversos- va creando atmósferas que unas veces operan como base visible de la obra, mientras que en otras desaparecen. Sobre ella utiliza pastel y carboncillo para construir un dibujo gestual, de trazos fuertes, en los que la abstracción gana terreno. La indagación pictórica va acompañada de una creciente preocupación por el manejo del espacio concebido como totalidad, generando tensiones en todas direcciones y rompiendo con la tendencia al predominio de la línea horizontal que primaba en su exposición anterior. Con esa eclosión de tensiones y fuerzas enfrentadas a través del enmarañado ramaje que construye, parece querer romper con las limitaciones impuestas por el bastidor.

Otro de los aspectos destacables de esta nueva exploración alrededor del paisaje es la capacidad de María Cristina Cortés para construir un espacio imaginario, estructurado por fragmentos, en los que da cuenta de su interés por utilizar la naturaleza como un recurso mediante el cual se puede aproximar a la complejidad angustiante del mundo que la rodea. Estamos lejos ya de un redescubrimiento de la relación hombre-entorno concebida en términos de armoniosa coexistencia. La invitación al sosiego, al goce de la naturaleza, da paso a otra forma de mirar y de representar el paisaje. Antes fue la contaminación, ahora el interés de la artista va más allá, y muestra la destrucción que el hombre hace de su espacio, no sólo el natural sino el de su propia relación con los otros. El paisaje es entones interpretado por María Cristina Cortés a partir de su perspectiva particular, desde su tiempo y su memoria individual.

Ivonne Pini
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[learn_more caption=»Chambas que son pintura»]

Con el muy justo nombre de ‘Pinturas’, seguido por el muy colombiano sustantivo ‘chambas’. Maria Cristina Cortés presenta una veintena de lienzos en los que parece haber dado un giro de amplio grado en su tarea. Y digo “parece” porque en realidad su trabajo continúa aferrado al mundo y al paisaje rural. En su etapa anterior logró lo aparentemente imposible: convertir en objeto pictórico el hato: construyó con la solidez de los cuerpos, las grandes manchas y la encurvadora geometría del remate de sus astas, algo que hubiera podido concluir en abstracción si no fuera porque, para salvarla y superar el desafío de la validez figurativa, insistió en dar fuerza a la referencia orgánica afirmándose en el concepto de que, mirado plásticamente, el hato es un paisaje vivo.

Cambia ahora Maria Cristina Cortés la mirada y la atención trasladándolas del horizonte al piso donde están las chambas: zanjas o vallados que separan los predios e impiden el paso al ganado y en las que se empoza el agua.

El agua como elemento del paisaje tiene una larga historia en la vida del arte. Los paisajistas de todas las épocas la han incorporado en sus tareas con casi delictuosa fruición. Entre los impresionistas no hay uno que (o tal vez sí, Van Gogh) dejara de incluirla en la tarea del paisaje. Quien pareció agotarla como tema central, porque parecería imposible ir mas allá de lo que logró, fue Monet con sus ninfeas. El agua tiene algo de mágico. Se convierte en espejo invertido, en paraje de brillos y celajes; en desdibujadota, porque trueca y tuerce la línea y de una la convierte en múltiple. Se encarga el agua de mostrar lo que pensaba el filósofo griego que producía el arte: formas de ser que no son. En ella caben todos los colores, las formas y sus variaciones: es igual recinto o espejo fugitivo de luceros, soles o celajes. Una materia cambiante, transitoria y fugitiva, como las “impresiones” de Manet.

Para un pintor, el agua lo que presenta son desafíos técnicos. Se requiere el dominio formal, fruto de largo estudio, experiencia y delicada selección, para captar con las transparencias su aspecto fugitivo y cambiante: su densidad líquida y su levedad cristalina. El agua es símbolo de vida. No en vano sin ella no existe. Es la fuente de bios, pero en la gran paradoja, portadora de agonías.

En las “chambas” (la palabra es de orígen quechua) de MCC –reflejos de cielos veraniegos de alegre azul índigo, espejo plácido de frondas vivas-, un sabio pincelazo diseña un objeto dejado atrás por la mano del hombre. Y parejo a la festiva colaboración del mundo en torno, un iris de aceitosa porquería castiga el paisaje que mira al infinito bocarriba. Las chambas, con toda su magistral belleza son aguas muertas, estancadas, grises, jabonosas; aguas servidas, desechos de la civilización que invocan vida, igual que las tumbas de los cementerios memoria.

Lo válido de este trabajo, de estas pinturas, no es que denuncien lo que todos sabemos, así finjamos desdeñar su importancia: que la frase del sabio con la que se inició en 1972 la preocupación sobre el ambiente y el mundo sostenibles se acerca a su cumplimiento: “El hombre será el único animal que muera ahogado entre sus propios desperdicios”. Lo resaltable en el trabajo de la artista es su obra misma, su sabiduría y la sensibilidad que la hicieron posible y, contradictoriamente, hermosa. Su tono melancólico y a la vez su grito triunfal: la pintura vive.

Antonio Montaña

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