«Bronx»
Galería 1er PisoOctubre 24 – Noviembre 23, 2019
Llevo años recorriendo ciudades buscando entenderlas histórica, social y espacialmente a través de la elaboración de extensos recorridos y la observación detallada. La fotografía me ha permitido hacer el registro de todo lo que me motiva de una manera sincera y espontánea. Mi proceso creativo parte de la acumulación: haciendo registros con mi cámara voy recopilando un grupo importante de fotografías que procedo a organizar para luego construir imágenes, como es el caso de esta exposición.
Siempre he centrado mi interés en la espacialidad y evolución continua de la urbe. Este año decidí investigar sobre los planes más grandes a nivel de infraestructura en Bogotá, que a largo plazo va a cambiar su aspecto y la forma de vida de sus habitantes. Fue así como llegué al Bronx Distrito Creativo, un proyecto que me interesó, no solo por el cambio que su espacio representa para la ciudad con su transformación, sino por la carga histórico-social que conlleva y que me ha mantenido en una tensión emocional desde mi primer acercamiento con la zona.
El 20 de febrero tuve mi primer contacto con El Bronx, un sector contiguo a la Plaza de Los Mártires que durante años tuvo un carácter residencial y de comercio mayorista. Sin embargo, después la segunda mitad del siglo XX sufrió un fuerte proceso de deterioro. Posterior al desmonte de la vecina calle de El Cartucho, se convirtió en el principal centro de expendio y consumo de drogas. Muy pocos lugares en el mundo son tan determinantes, representando la decadencia y la desidia del ser humano. La mayoría de sus habitantes adictos a la droga, las conseguían por un bajo precio o a cambio de narcotráfico, prostitución y sicarito.
Encontré el lugar prácticamente desmantelado, con tres edificios en pie, mucha vegetación que renacía entre los escombros, edificios en ruinas o en vía de demolición y espacios de acumulación de restos como colchones, enseres personales y todo tipo de aparatos eléctricos. El Bronx ya no acoge a ninguno de sus antiguos habitantes solo a los policías que lo custodian; los funcionarios encargados de su renovación, perros y algunos otros animales. Yo estaba muy emocionada, tal vez por entrar en un lugar tan representativo del dolor y abandono humano. El primer día fui muy tímida con el registro y el recorrido, me dediqué básicamente a hacer un reconocimiento del lugar. Regresé de nuevo el 26 de febrero, día que fui sola y estaba mucho más serena. Recorrí el espacio a conciencia; el Bronx tiene 138 pasos míos desde la calle 9 hasta la calle 10. Oí mil historias, incluso me preguntaron si mi cámara tenía rayos X y si estaba registrando el “deshuesadero” debajo de tierra. De allí salí con muchos rollos a color y en blanco y negro directo al laboratorio a revelarlos. Ese día llegué a mi casa muy inquieta preguntándome porque estaba haciendo esto… sin embargo, regresé el 7 de marzo y presencié la demolición de uno de los pocos edificios que quedaban y lo registré; me llamaron la atención las paredes y sus huellas. Sentí mucho miedo, se me cayó la cámara y me fui. A los 8 días pensé que después de esa demolición el espacio debía verse muy distinto y fue así como regresé y logré algunas de las imágenes más poderosas de la muestra, La Cúpula.
Posteriormente, me enteré de que habían logrado abrir la puerta del único edificio que van a dejar en pie y que se va a convertir en una especie de museo. Fui a registrarlo preparada sicológica y físicamente, haciendo por primera vez fotos digitales. Regresé en mayo, pues no me dejaba en paz la idea de no volver a entrar a ese primer edificio donde sentí tanto miedo, el lugar más tenebroso durante todo el proceso; su olor, el caos, los textos en las paredes… Pero lo más lindo de ese día fue lograr subir a esa terraza donde siempre había querido hacer una foto del espacio desde arriba.
Mi última visita fue el 22 de agosto de donde sale Fachada, el eje de esta exposición, que resume todos mis recorridos. Fachada evidencia la memoria del espacio; la huella que dejaron sus habitantes y cómo la naturaleza se ha ido reapropiando del territorio en ruinas. Nunca me había costado tanto desplazarme por un espacio. Mi acercamiento durante estas visitas ha tenido diferentes emociones: he sentido miedo, he sentido asco, he sentido dolor, pero también he sentido esperanza. He tenido que superar temores, olores, huellas e incomodidades, pero hay algo dentro de mí que no me permite olvidar este lugar tan perturbado, lugar que me ha llevado a cuestionarme, reinventarme, reflexionar y superar obstáculos.
Juanita Carrasco es Maestra en Artes Visuales de la Universidad Javeriana, con énfasis en Artes Plásticas. Realizó una especialización en creación Multimedia en la Universidad de los Andes y luego una maestría en Fotografía, Arte y Técnica de la Universidad Politécnica de Valencia. Actualmente dirige un laboratorio digital de fine art, el Fan Lab, creado en 2009 para fomentar la producción artística fotográfica.