JUAN ANTONIO RODA
100 AÑOS
NOVIEMBRE 18 – ENERO 29 | 2022
Juan Antonio Roda nació en Valencia, España, el 19 de noviembre de 1921. Durante la Guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial vivió en Barcelona, y en 1943 comenzó a estudiar arte a la Escuela Massana. Dos años después, todavía sin graduarse, obtuvo el Primer Premio del Salón de Artistas Jóvenes de Barcelona. En sus inicios como pintor se dedicó al retrato, uno de los géneros más característicos de su obra. En 1950 recibió una beca para estudiar arte en Francia. Se radicó en París, se casó con la escritora barranquillera María Fornaguera, en 1954 fue merecedor del Primer Premio del Salón de artistas españoles residentes en París y al año siguiente, con su primogénito, Marcos, la familia se trasladó a Bogotá.
Su trabajo, que traía la influencia de clásicos como Velásquez, Rembrandt y Goya, así como de modernos como Chagall, Picasso y Matisse, se nutrió del arte abstracto, de la pintura figurativa y del expresionismo. Fue profesor de dibujo de la facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional y entre 1961 y 1974 dirigió la Escuela de Arte de la Universidad de los Andes, donde también se desempeñó como docente. Roda, además de destacarse con fuerza en la técnica del grabado, fue un paradigma para las nuevas generaciones de artistas colombianos. Influyó la obra de personajes como Luis Caballero, Beatriz González, Luciano Jaramillo, Camila Loboguerrero y Lorenzo Jaramillo.
En 1963 fue el primer pintor que expuso en la inauguración del Museo de Arte Moderno de Bogotá, en el 70 consiguió la nacionalidad colombiana y al año siguiente ganó el Primer premio de grabado en la Primera Bienal Americana de Artes Gráficas, en Cali. En 1972 se llevó la mención honorable de la VIII Bienal Internacional de Arte Gráfico de Tokio, en 1973 ganó el premio a mejor grabado latinoamericano en blanco y negro durante la XII Bienal de Sao Pablo, y en el 77, con la serie El delirio de las monjas muertas, recibió el primer puesto de la Primera Bienal Americana de grabado, en Maracaibo.
La obra de Roda es autónoma, emocional y compleja. Siempre se interesó en la búsqueda de la capacidad expresiva de la pintura y el dibujo sobre el lienzo y el papel. En su trabajo se encuentra una estructura que soporta la construcción descriptiva y simbólica de cada cuadro. La esencia de su firma manifiesta un manejo de convenciones clásicas, como la relación figura-fondo, la expresión del volumen, el gesto y el accidente donde todos convergen en una composición que permite múltiples acercamientos y significados. Empleaba técnicas diferentes para cada temática que abordaba. Sus lienzos se caracterizan por el color desbordante y sus grabados, por la fuerza del negro y el blanco y la intensidad del claroscuro.
Entre 1983 y 1988, durante la presidencia de Belisario Betancur, fue cónsul en Barcelona. Luego regresó a Bogotá, donde vivió hasta su muerte, en 2003.
En esta exposición tenemos obras de las siguientes series:
El origen de la serie Tumbas es literario. Eduardo Camacho, profesor y escritor amigo de Roda, realizó un trabajo que tituló La elegía funeral en la poesía española. Roda, inspirado en el texto de Camacho, se centró en figuras que lo intrigaron como Agamenón, Shakespeare y Rubens. Esta serie estuvo exhibida en 1963, durante la inauguración del Museo De Arte Moderno de Bogotá. “Entre las dos alternativas permanentes del arte contemporáneo, el orden y el desorden, Roda escogió el desorden… El desorden es el resultado de una actitud sentimental: de su convulsión nacen nociones de triunfo, de anarquía brillante, y también de apoteosis… El desorden particular de las Tumbas sostiene, por encima de cada episodio cromático, que solo la emoción es válida”.
Marta Traba
“Los Objetos de culto están mezclados en una cosa compleja; no diría que solamente de la sociedad de consumo, sino de la sociedad. En todos mis cuadros hay un poco de ironía. A mí me gustaría pintar como Buñuel hace cine. Para mí él es un dios, ha hecho el cine más inteligente, más satírico, más novedoso y sorprendente. Pensando en esto llegué a los Objetos de culto. Todo es un objeto de culto: uno mismo, la mujer, los hijos”.
“Después de vivir en Barcelona entre 1983 y 1988, regresé a Colombia, un país de montañas que España no posee. Aquí en verdad puede hablarse de una explosión del sentimiento. Pero obviamente no son montañas, sino que responden a una idea de estructura esencial que se desarrolla en la dinámica del cuadro. Alrededor de eso hay un planteamiento de color, un problema de una cierta violencia y tensión y muchas veces hay una cosa dramática. El color es la forma. Aquí utilicé unos colores más atrevidos”.
Estas obras, dedicadas a su esposa, María Fornaguera, nacen en un periodo de transición entre las series Tierra de nadie y Lógica del trópico.
Roda consideraba que la mayor parte de los extranjeros que llegan a Colombia, empezando por él, se enamoran del país y jamás se irán, a pesar de las complejas dificultades. Existen incuestionables problemas: desde los cotidianos de la inseguridad hasta los profundos de la agobiante pobreza y la violencia. Problemas determinantes de un conjunto de manifestaciones que configuran la idiosincrasia de “lo colombiano”, que es diferente, es “el trópico”. Esta serie, en la que el color se desborda, se exalta en evocación a las desmesuras, las exuberancias, los extremos y el caos distinto de esta geografía.
El comienzo del siglo XXI en la carrera de Roda es un punto de llegada en su canto a la policromía, que retoma en un in crescendo a lo largo de la última década, cuando afirma que el color es la forma. “En este momento hay menos afán de drama, hay menos angustia, hay más placer de pintar y menos ganas de contar una tragedia”.