Se formó entre España, Francia y especialmente Italia, donde conoció la pintura Barroca española y Renacentista italiana, que se convirtieron en influencias a lo largo del desarrollo de su trabajo. Reconocido por su estilo boteriano, que se ha constituido en un ícono mundial, su obra se caracteriza por la exaltación del volumen, que, como lo describe el artista, es una manera de engrandecer la presencia de las cosas, de la sensualidad de la naturaleza y de los campos de color.
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En este homenaje que la galería El Museo rinde al maestro Fernando Botero con motivo de su nonagésimo aniversario, queremos reconocer de manera muy emotiva, en esta pequeña muestra, a un artista que con el paso de los años ha abarcado la gran mayoría de las técnicas artísticas y las diferentes temáticas que han consolidado el cuerpo de su obra.
En 1944, a los 12 años, Botero se inicia en el dibujo con escenas de la fiesta brava como ilustrador, para posteriormente hacer sus primeras acuarelas, técnica difícil pero muy reconocida en el contexto antioqueño.
Cuatro años después, por encargo, para la cornisa del bar de una residencia, hace su primera obra con óleo sobre madera pintando In vino veritas, donde ya se aprecia un interés por el volumen de sus formas. Sorprende que un artista autodidacta recreara este tema con figuras y objetos de la cultura antioqueña ya con cierta voluptuosidad.
En los años cincuenta y sesenta el estilo de Botero se va definiendo, pero aún la pincelada en su pintura y el trazo en sus dibujos es suelta, pudiéndose percibir la influencia del expresionismo abstracto, tan en boga por esa época, y completamente antagónico a la figuración boteriana.
Es entre 1966 y 1968 cuando Botero termina de definir su estilo, al que llegó ajustando la pincelada, desarrollando el volumen de las formas y alterando las proporciones. Estilo por el cual hoy se le reconoce mundialmente, representando escenas de la cotidianidad característica de la vida popular en Colombia en su época de juventud y consolidando una iconografía universal. Es en estos años, después de una etapa de búsqueda, que el propio artista reconoce haber encontrado su estilo, desarrollado desde entonces con absoluta convicción.
A partir de 1973, año en el que Botero se instala en París, después de más de una década de estancia y creación en Nueva York, incursiona en la escultura, técnica que llegará a dominar con gran maestría y con exposiciones de obras monumentales en las principales vías de muchas ciudades del mundo. Botero le ha dedicado más de cinco décadas a la creación escultórica, donde se manifiesta aún más la sensualidad de sus formas.
En la actualidad, y después de casi ocho décadas de trabajo en el mundo del arte, por sus condiciones de edad, Botero dedica sus días a la creación de dibujos y acuarelas de pequeño formato, donde se manifiesta su dominio por la técnica y un gran sentimiento de vida y añoranza.
Luis Fernando Pradilla
Abril de 2022
Desde siempre, el dibujo ha sido considerado parte fundamental y el origen de la creación artística. En la tradición académica, donde las reglas fueron elaboradas por el renacimiento italiano, con la fundación de la academia de San Lucas, en Roma, en el siglo XVI, el dibujo se constituye base del proceso creativo y fundamento en el que todo artista tiene que adquirir maestría.
Sin sostener que Botero será fruto estrictamente hablando de un ambiente académico, tiene, sin ninguna duda, la influencia de un estilo de enseñanza en vigor en las escuelas de arte de América Latina cuando era joven. Más tarde, con sus viajes por Europa, adquiere un interés particular por el dibujo de los maestros renacentistas. Es así como Piero della Francesca, Andrea Mantegna y Alberto Durero constituyen parte de los antecedentes del dibujo de Botero. Posteriormente Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, el pintor colombiano más importante de la época barroca colonial, despertó en Botero una aproximación y un profundo interés por las formas volumétricas y sensuales ejecutadas con un solo trazo.
En la gran mayoría de los artistas, el dibujo revela una confrontación directa del hombre con la hoja de papel. Es así como el dibujo permite relacionarnos más fácilmente con el arte de la creación y de la elaboración de un vocabulario que precede el desencadenamiento de los procesos creativos. Por medio del dibujo se aprenden los diferentes procesos visuales destinados a traducir la visión del artista, que en el caso de Botero nace de su observación de la realidad cotidiana y de su mundo interior, utilizando diversas técnicas de dibujo. Los preparatorios, ejecutados en la fase inicial de una pintura o de una escultura sobre pequeños papeles, generalmente trazados con un lápiz, contienen la totalidad de una composición con todos sus detalles. Son el campo de experimentación para la composición de sus obras. En términos generales, la mayoría de sus dibujos son concebidos como obras finales. Estos dibujos son las obras más elementales del maestro Botero y, desde otro sentido, las más evocadoras.
La obra de Fernando Botero es universal en cuanto a que presenta imágenes que, aunque tienen una clara identidad a la vida en Latinoamérica, aun más la colombiana, donde el maestro vivió durante sus primeros 20 años, son parte de todas las sociedades. Es así como la obra de Botero se ha constituido en un ícono contemporáneo reconocido por todo el mundo, y esta estética boteriana ha quedado inmortalizada en sus dibujos, pinturas y esculturas.
Si debiéramos citar una sola característica común para toda la obra de Botero, esa sería la sensualidad generada a través del volumen. En su creación artística se expresan el poder de transformar la belleza y la naturaleza que redime los cuerpos, inherente al universo. En la gran mayoría de sus obras, Botero acentúa este aspecto de la sensibilidad estética para manifestar en ellas su propia alegría de vivir. Es así como el dibujo traduce de la mejor manera la humanidad que este artista expresa con un gran sentido del humor detrás de la máscara impasible de ser humano.
En estos dibujos, que Botero trabajó durante los últimos meses para la exhibición, los trazos se acompañan del color de la acuarela, técnica que comenzó a utilizar en los inicios de su carrera, influenciado por los antioqueños Eladio Vélez y Pedro Nel Gómez. Como gran aficionado a esta difícil práctica, que ha trabajado en diversos momentos de su trayectoria, ahora, a sus 89 años, la retoma con imágenes referentes al amor, la familia, la pareja, mujeres de mundo, hombres en diferentes situaciones, animales y otros protagonistas de sus composiciones.
Fernando Botero (Medellín, 1932) se formó entre España, Francia y especialmente Italia, donde conoció la pintura Barroca española y Renacentista italiana, que se convirtieron en influencias a lo largo del desarrollo de su trabajo. Reconocido por su estilo boteriano, que se ha constituido en un ícono mundial, su obra se caracteriza por la exaltación del volumen, que, como lo describe el artista, es una manera de engrandecer la presencia de las cosas, de la sensualidad de la naturaleza y de los campos de color. En cuanto a la temática de sus obras tanto pintura como el dibujo, se caracterizan por representar la particularidad de la vida latinoamericana y especialmente, las memorias de lo que fueron sus años de vida en Medellín. Su obra es universal: representa personajes cotidianos en su vida diaria, con los cuales el espectador se identifica, y de ahí esa gran receptividad del público con su obra. Otro elemento que le ha otorgado gran reconocimiento es su capacidad de abarcar todas las diferentes técnicas plásticas; desde el dibujo en todas sus manifestaciones, hasta la escultura, la pintura y la acuarela.
Desde mediados de los años cuarenta, Botero se inicia como artista ilustrando en el periódico local El Colombiano en Medellín, y produce sus primeras pinturas en 1948 y esculturas en la década de 1970, siempre siendo el dibujo la base de toda su obra; no solamente como medio preparatorio, sino también como fin. En sus dibujos, sobre papel o tela, utiliza distintas técnicas como grafito, sanguina, pastel, carboncillo, tinta china y acuarela, entre otros. Los dibujos de Botero reflejan y enaltecen los valores del medio que utiliza; podemos seguir su trazo preciso, esa línea continua y corregida en la marcha donde se refleja el proceso creativo del maestro y su manera de construir imágenes y composiciones. Mediante la mezcla de materiales y la utilización del color, el artista crea el volumen por medio de sombras y el juego con las proporciones. En el trabajo de Botero el dibujo siempre ha sido tan importante como la pintura, particularmente en este último año el artista se ha dedicado exclusivamente a dibujar sobre tela en tamaños mayores y a tratar la tela como si fuese un papel o un papiro. Mientras que en sus pinturas resuena lo cómico de manera más directa mediante la saturación del espacio, con la representación y el color, sus dibujos evidencian ligereza por medio del juego con la línea y las transparencias de la acuarela.
Botero, cuyo trabajo está en permanente desarrollo en cuanto a los temas y el manejo de la cromática y de las técnicas, mantiene sus temas tradicionales como son la familia, la fiesta con sus bailarines y músicos, la vida del artista y sus modelos, el picnic y la vida de campo, presentándonos una vez más su destreza con el manejo de la línea, los volúmenes, la armonía y equilibrio de sus composiciones. Las obras de esta exposición, en su mayoría, vienen directamente de los talleres del maestro en Montecarlo, Pietrasanta y Grecia, donde actualmente trabaja.