VICKY NEUMANN
DAÑO Y REPARACIÓN
SEPTIEMBRE 5 AL 19 DE OCTUBRE | 2024
Soñando despierto, Héctor Lavoe
Este trabajo rinde un homenaje a Juan Carlos Henao, quien fue mi compañero de vida. Por lo mismo, alude al tema que absorbió sus mayores intereses en el ámbito del derecho: daño y reparación. Me acerco a ellos sin pretensiones de conocimiento y sin guías teóricas. Sencillamente hago un guiño. Me refiero al daño y a la consecuente reparación como única e imperfecta manera de seguir adelante. A la par que destruimos, reestructuramos y buscamos la belleza entre los pedazos. Se conectan los tiempos, se entretejen las capas anteriores de pintura con las nuevas imágenes, los huecos con las enmendaduras, con los nuevos sueños, con la nueva pintura…
El mundo se desmorona y seguimos aferrados a nuestros seres queridos, a nuestros objetos, a nuestra pequeña visión de naturaleza idealizada y domesticada…
¿O será, más bien, que no se desmorona, sino que resurge esa vida imparable y todo esto es parte del devenir?
Después de muchas muestras en la galería, desde finales de los años ochenta, esta es la primera exposición individual que presenta Vicky Neumann (Barranquilla, 1963) tras la partida de quien fue su compañero de vida durante varias décadas, el reconocido jurista Juan Carlos Henao. Dedicada a su memoria, esta exposición hace un guiño al tema que absorbió sus reflexiones filosóficas y legales: el daño y la reparación. No obstante, en la observación artística de Neumann acerca de la investigación de Henao, la cual representa un aporte fundamental para la difícil comprensión del problema político colombiano, no existe lugar para búsquedas teóricas, como tampoco para nostalgias o intención alguna de ahondar en el impacto que comporta una pérdida de tan profunda significación.
En su nuevo proyecto pictórico Neumann continúa diálogos que sensibilizaron de manera particular cada mirada en la familia que edificó con Juan Carlos Henao, y que por su puesto contribuyeron a nutrir la obra de la artista, siempre interesada en las formas que puede adoptar una expresión despojada de ideologías o de discursos. De allí su interés permanente por el tipo de propuestas que han estructurado los planteamientos del arte bruto (l’art brut) y su empatía con las proposiciones básicas y con las no obedientes o contrahegemónicas.
Bajo esas lógicas, en lo transcurrido del presente año la artista ha conversado con obras creadas en diversos momentos de su carrera para intervenirlas y para atravesar con esa actuación las formas de tiempo que ellas condesan, como también lo ilusorio que contribuyen a configurar o, mejor, a desconfigurar.
A desconfigurar en tanto que las imágenes de Neumann normalmente han constituido una negación de la pequeña idea de mundo que se compone, se solidifica, se decora y redecora, con el propósito resguardar en lugares idealizados el temor a lo inmenso, a lo incognoscible o a lo que es real en palabras mayores. En su recorrido, esta artista se ha enfocado en reconocer las armazones escénicas en las que se protegen los pánicos que suscita vagar entre lo que no se alcanza a nombrar, a detener o a atrapar de alguna manera, para luego atravesarlas con la idea de encontrar así lo medular que borran, desplazan o niegan. A esas ideas su proyecto actual ha sumado la rotura de la superficie en la que se sostiene la narración, para develar el carácter de la mera representación articulada sobre una estructura normalmente precaria. El sostén que se transparenta en el daño a la tela traduce una verdad constructiva y al tiempo conecta la pulsión creativa con el soporte que la acoge.
Entre la aparente catástrofe, la artista invita a percibir que a todo recorrido lo acompaña la creación -más que la visión- del paisaje que se transita y que ello sucede a partir de apuntes siempre cortos, subjetivos y complacientes. Las dimensiones que suelen alcanzar esos constructos normalmente llegan a tapar por entero lo cierto, haciendo inminente el derrumbe que finalmente descubre la ficción. Sin embargo, la continuidad como único destino impredecible pero innegable exige la reinvención, la reparación o la reconstrucción. La que es preferible, como lo hace notar Vicky Neumann, es la que mantiene a la vista la evidencia de lo fundamental.
A pesar de las radicales diferencias que se observan en los enfoques creativos de Vicky Neumann y de Marco Mojica, en sus indagaciones no dejan de existir notables coincidencias. La primera tiene que ver con el hecho de que los dos artistas son reconocidos pintores que entienden la vigencia perdurable del medio en el que se expresan. Desde distintas perspectivas y con destrezas diversas, los dos creadores se han opuesto a las sentencias que durante décadas han condenado a la pintura a su extinción. En ese sentido, sus proyectos ofrecen constancias de que la pintura, por su propia complejidad, no puede dejar de ser un campo de ilimitada fertilidad para descifrar cuestiones de lo real y de su representación. Explorar asuntos del entorno o de la propia interioridad a partir de interpretaciones sobre el plano, en las que se incluyen consideraciones sobre la linealidad, la gestualidad, la estructura, la espacialidad, la materialidad o el color, supone abordar exigentes abstracciones cuya dificultad se incrementa cuando desde esa misma interpretación se cuestionan además las limitaciones de la bidimensionalidad.
En territorios marcadamente distintos y con emocionalidades opuestas, Vicky Neumann y Marco Mojica reflexionan acerca de las formas en las que se estructuran las ideas acerca de lo falso, lo verdadero, lo ilusorio y lo real en el mundo. No obstante, a pesar de las distancias que puedan presentarse, dadas las estrategias de los discernimientos que se desenvuelven en la obra de cada artista, es decisivo anotar que ambos son barranquilleros y que, en esa medida, provienen de una cultura que se desenvuelve sin tabúes, con sinceridad auténtica, de manera desparpajada, pero con la solvencia intelectiva que ha heredado un lugar rico en diálogos culturales y en patrimonio artístico (literario, musical, visual, arquitectónico y festivo) en los más diversos planos.
Curaduría María Iovino