HOMBRES YACENTES
OCTUBRE 22 – NOVIEMBRE 19 | 2022
Lorenzo Jaramillo ha sido reconocido en la historia del arte nacional de finales del siglo XX como el neo expresionista colombiano. Su prematura muerte, en 1992, a la edad de 36 años, truncó su multifacética y rica carrera artística como pintor, dibujante, grabador, ilustrador, escenógrafo y diseñador de vestuario para teatro. Meses antes de su muerte, junto con el cineasta Luis Ospina, protagonizó un trascendente documental, Nuestra película, en el que dejó un testimonio íntimo de su vida como artista, sus múltiples intereses, sus viajes, sus pasiones, sus amigos, su trabajo y su afición por el cine, entre otros.
Lorenzo tuvo varios temas recurrentes que atravesaron su obra en las diferentes técnicas mencionadas: los cuerpos femeninos bailando, los cuerpos masculinos yacentes, los retratos, las caras expresionistas, deconstruidas, los personajes despiertos observando a otros dormidos, los ángeles, las fiestas dionisíacas y los encuentros eróticos.
Lorenzo adoraba dibujar, en alguna carta decía “… me paso las horas dibujando”. Aprendió a hacerlo, en su temprana adolescencia, con el gran pintor Juan Antonio Roda, imitando naturalezas muertas en carboncillo, en su casa en Suba. Luego, estando aún en el colegio, fue a la universidad de los Andes a dibujar modelo desnudo, en las clases de Roda, en la Facultad de Bellas Artes. Ya en ese momento dio muestras de tener una fina percepción del cuerpo humano y una gran soltura en el dibujo.
Particularmente, sobresalientes son los dibujos realizados durante su temporada en la Royal Academy of Arts de Londres (1975), cuando tenía 20 años, en los cuales sigue con rigor la anatomía de los modelos femeninos y masculinos que posan desnudos en varias posiciones. Años más tarde, tomó numerosos apuntes en los ensayos de danza moderna del coreógrafo Andy de Groat, en la Ópera de París. De ahí que su serie de dibujos Suite de las muchachas extravagantes, esas especies de bailarinas de cabaré con una expresión corporal tan vital, atrevida y llena de gracia. El cuerpo humano, en todas sus posibilidades expresivas, era una de sus obsesiones plásticas.
Lorenzo crea en estos dibujos de hombres yacentes una suerte de caligrafía personal en una búsqueda de ritmo, espontaneidad y expresividad basada en el trazo, la pincelada y el empleo del dibujo inmediato sobre el fino y delicado papel de arroz. Elementos
escenciales que nos recuerdan el dinamismo y la sensibilidad de las pinturas chinas o los dibujos japoneses al estilo sumi-e, en los cuales con simples trazos se representan las formas y se busca expresar el movimiento interno de los seres.
A través de una apropiación expresionista de la naturaleza del cuerpo masculino, muy alejada de la mímesis o imitación exacta, nos presenta variaciones sobre el mismo tema: cuerpos o fragmentos de cuerpos de hombres, algunos en reposo y otros con una cierta intención de movimiento.
Estamos ante la experiencia inmediata del pintor frente al otro, en este caso el modelo. Ante un momento de contemplación y de acción pictórica que se transforma en el placer de plasmar el cuerpo masculino con la sensibilidad, celeridad e intensidad de lo que podríamos llamar una especie de haiku gráfico.
Aquí no hay una narrativa, sino esencialmente una experiencia compartida de ese momento único de percepción del dibujante, ante la emoción de ese instante traducido tanto en trazos de tinta vigorosos, vibrantes y musicales, como en disolvencias sutiles y delicadas de agua, rodeadas de vacíos en el papel que nos permiten respirar el dibujo en sí y por lo tanto, disfrutarlo como tal.
Rosario Jaramillo